jueves, junio 1, 2023

Elizabeth Holmes: el mundo de mentiras y secretos de Silicon Valley que destapa el escándalo por fraude de Theranos

Durante años, Elizabeth Holmes fue la niña mimada de Silicon Valley, una mujer que no podía equivocarse. La start-up que fundó, Theranos, atrajo cientos de millones de dólares en inversiones. Sin embargo, la empresa que había construido se basaba en ciencia de fantasía.

La tecnología que estaba produciendo Theranos, para supuestamente detectar cientos de enfermedades con un pinchazo de sangre, parecía increíble. Y lo fue.

Se desperdiciaron millones de dólares y algunos de los que utilizaron las pruebas de la compañía, incluido un paciente con cáncer, dicen que recibieron diagnósticos erróneos.

Ahora, años después del colapso de Theranos, Holmes está siendo juzgada en California por fraude, cargo del que se declara inocente.

Para alguien ajeno a Silicon Valley, la historia suena absurda. ¿Cómo cayó tanta gente?

Sin embargo, en Silicon Valley, muchos creen que Theranos, lejos de ser una aberración, habla de problemas sistémicos con la cultura de las empresas emergentes.

Retirada de la Universidad de Stanford, era, según todos los informes, articulada, segura y buena al presentar una visión —una misión, como ella la describió—, para revolucionar los diagnósticos de enfermedades.

Los expertos escépticos le dijeron que su idea era solo eso, una idea, y que no funcionaría.

Pero proyectó una confianza inquebrantable en que su tecnología cambiaría el mundo.

«Está integrado en la cultura», dijo Margaret O’Mara, autora de The Code: Silicon Valley and the Remaking of America.

«Si usted tiene una empresa joven en desarrollo, con un producto que apenas existe, se espera y se alienta cierta cantidad de arrogancia», dijo también.

Particularmente en una etapa temprana, cuando una empresa está en su infancia, los inversores suelen fijarse en las personas e ideas en lugar de buscar una tecnología sólida.

La sabiduría general sostiene que la tecnología vendrá con el concepto correcto y las personas adecuadas para que funcione.

Holmes fue brillante vendiendo ese sueño, ejerciendo una práctica muy de Silicon Valley: «finge hasta que lo logres».

Su problema era que no podía lograr que funcione. Sus abogados han argumentado que Holmes era simplemente una mujer de negocios que fracasó, pero no una estafadora.

El problema en Silicon Valley es que la línea entre el fraude y simplemente jugar con la cultura de fingir es muy delgada.

«Theranos fue una advertencia temprana de un cambio cultural en Silicon Valley que ha permitido prosperar a promotores y sinvergüenzas», dijo el inversionista Roger McNamee, que es crítico con la gran tecnología y que no invirtió en Theranos.

Él cree que la cultura de secretos y mentiras en Silicon Valley, una cultura que permitió que la tecnología de Theranos no fuera analizada, es «absolutamente endémica».

La ambición puede ser buena. Prometiendo un futuro mejor y luego tratando de hacer realidad esa visión, surgieron las computadoras y los teléfonos inteligentes.

Pero para los inversores, tratar de separar a los charlatanes de los revolucionarios es un desafío en constante evolución.

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