La lógica indica que la demanda internacional creciente de transicionar cuanto antes a fuentes de energía sostenibles pondría a China contra las cuerdas, o al menos en apuros. Sin embargo, los objetivos de producción parecen ser los que aún mandan en el gigante asiático y, mientras se instala nueva capacidad renovable, se hace uso de lo que hay a disposición para que la rueda productiva no se detenga: el carbón.
Según el China National Bureau of Statistics, ante un aumento de la demanda de energía eléctrica, el carbón continúa siendo un recurso ineludible para el mayor fabricante del planeta y, tomando como parámetro el acumulado de generación eléctrica en los primeros semestres de 2019 y 2021, la termoeléctrica es la fuente que más incrementó.
Mientras que la generación a partir de la eólica creció, en el comparativo de estos dos períodos, en 119 TWh, ubicándose como la fuente renovable con un mayor incremento, la generación a base de termoeléctrica acumuló un crecimiento de 445 TWh.
Por su parte, la generación nuclear se incrementó en 42 TWh y la solar, 36 TWh. En contraste, la hidroeléctrica fue la única que mostró una baja, con 27 TWh menos de generación eléctrica. Si bien en el porcentual, la eólica y la solar crecieron un 25% y un 24% en la generación, entre 2019 y lo que va de 2021, la termoeléctrica no pierde terreno y continúa representando un 72% de esta matriz, cifra que no varió en estos dos años.
Ante una industria que vuelve a ganar vigor tras el estancamiento de 2020, China necesita valerse de energía de alguna manera para retomar la senda de crecimiento productivo. El ritmo de reactivación en su sistema productivo ya da claras señales y, de acuerdo a lo que indica Reuters, en los primeros siete meses del año, la generación eléctrica aumentó 615 TWh en comparación con el mismo período de 2019. Vale remarcar, no en comparación con el 2020, sino con el 2019, es decir antes del inicio de la pandemia.
Tal como indica el analista de mercados John Kemp, “al igual que en otros países de Asia y Europa, la escasez de carbón y sus precios al alza reflejan la contradicción entre las necesidades de largo plazo de abandonar el carbón y las necesidades de corto plazo que desafían a cumplir con la demanda”.
Lo que se termina exponiendo, en definitiva, es la problemática de la mayoría de los países con los tiempos de la transición a los que apuntan los entes internacionales. La pregunta que surge entonces es de qué modo China puede hacer más sustentable su matriz productiva si no pretende ceder terreno en su crecimiento productivo.
Así y todo, en simultáneo con la persistente necesidad de recurrir al carbón para afrontar la demanda eléctrica, el Global Wind Energy Council dio a conocer que precisamente China es el país que encabezó la instalación de capacidad eólica offshore en 2020, con un 50,4% de los 6.1 GW instalados el año pasado.
En vínculo con la instalación de nueva infraestructura en renovables, la directora de la COP26, Rebecca Williams, dijo que “esta transición y el beneficio adicional de nuevos puestos de trabajo, inversiones e infraestructura no van a suceder en forma espontánea. Necesitamos gobiernos que se comprometan a metas más ambiciosas”.