En su esfuerzo por distanciarse de la agenda migratoria restrictiva del expresidente Donald Trump y dar una nota de compasión, los funcionarios de Biden enviaron a menudo mensajes contradictorios sobre quién está autorizado a entrar en Estados Unidos y cuándo.
Como resultado, la situación fronteriza sigue siendo un lastre político para la Casa Blanca, que recibe críticas tanto de la izquierda como de la derecha.
Los republicanos siguen afirmando que Biden tiene una crisis fronteriza en sus manos que es de su propia creación, mientras que los progresistas demócratas se han quejado de que Biden no se está moviendo lo suficientemente rápido para aflojar las regulaciones y desmantelar las políticas de la era Trump.
La reforma migratoria fue un tema pendiente durante la gestión Obama.
En 2012, el presidente demócrata respondió al bloqueo de esta medida, por parte de un Congreso dominado por los republicanos, con el programa DACA que cancelaba las deportaciones de los conocidos como ‘dreamers’, jóvenes indocumentados que llegaron al país de niños.