Antecedentes: En febrero de este año al menos 79 presos murieron en los enfrentamientos entre miembros de bandas rivales amotinadas en centros penitenciarios en Cuenca, Guayaquil y Latacunga, más que todos los muertos registrados el año pasado en las 48 prisiones del país.
La saña y la extrema violencia de sus integrantes se hizo evidente en las imágenes de cuerpos decapitados y desmembrados que pronto empezaron a circular en redes sociales.
El entonces presidente Lenin Moreno había relacionado las matanzas con el crimen organizado transnacional y el narcotráfico.
Y según los medios ecuatorianos, cinco bandas criminales estaban detrás de los sangrientos sucesos.
La defensoría del pueblo había advertido que la falta de atención y de una política integral de rehabilitación social juega un papel preponderante respecto al agudizamiento de las problemáticas de violencia social y carcelaria; así como la falta del diseño, implementación, y peor aún, evaluación de políticas públicas de seguridad ciudadana. Además, había caracterizado lo sucedido como propio de un “estado fallido”.