Finalmente, el lunes pasado, por la noche, más de un mes después de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el tribunal electoral declaró oficialmente a Pedro Castillo como el próximo presidente de Perú.
Con una diferencia de 44 mil votos, Castillo venció a Keiko Fujimori, y a la élite peruana y un grupo de militares retirados que comenzaron a tejer estrategias para evitar su llegada al poder.
La victoria de Castillo, representa la llegada al gobierno de un liderazgo nuevo, en un sistema político maltrecho y con una clase política desprestigiada. También fue la tercera derrota consecutiva para Fujimori.
Castillo, un socialista, se convertirá en el primer presidente de izquierda de Perú en más de una generación, y el primero en haber vivido la mayor parte de su vida como campesino en una región andina pobre.
En su discurso de victoria, desde un balcón en el centro de Lima mientras sus simpatizantes gritaban “sí se pudo”, Castillo prometió trabajar para todos los peruanos.
“Compartiremos juntos esta lucha, este emprendimiento y este esfuerzo para hacer un Perú más justo, más soberano, más digno, más humano y más unido”, dijo el presidente.