lunes, diciembre 4, 2023

El empresariado peruano ante el triunfo de Pedro Castillo

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Los grandes grupos de poder económico en Perú han optado por apoyar abiertamente la candidatura de Keiko Fujimori. Y por si fuera poco, desarrollaron su propia campaña independiente, «contra el comunismo», con grandes inversiones publicitarias.

En el Perú aún no se ha decidido la contienda electoral. Se mantiene el país en vilo ante la situación institucional, en donde se debe resolver si Pedro Castillo puede o no asumir el gobierno. Para el sociólogo Francisco Durand es indudable que los grupos hegemónicos de la economía peruana están involucrados en la situación actual y que han sido parte de la campaña para frenar a Castillo. Es por eso que conversamos con él para conversar sobre cómo están actuando los grupos empresariales ante el tenso escenario que vive Perú.

Francisco Durand es sociólogo y académico de la Pontificia Universidad Católica del Perú, ha trabajado en sus investigaciones la idea de la captura del Estado por parte de grupos económicos tanto en Perú, como en América Latina. 

Pienso que ya está definida la victoria por un pequeño margen, del profesor Pedro Castillo. Pese a los intentemos de Fujimori de denunciar un supuesto fraude y de otros intentos del resto de la derecha, que incluye a la derecha social, militar, religiosa y económica. También ha habido intentos sino de organizar un golpe de Estado, sí algún tipo de intervención para crear una especie de paréntesis que impida la victoria de Castillo, parecido a lo de Bolivia cuando se cuestionaron los resultados.

Esa situación curiosa de prolongación del conflicto electoral, de plantear la duda sobre cómo se registraron los votos ha sido superada. Hoy en día podemos decir que queda revisar algunas actas por parte del Jurado Nacional de Elecciones, que es el organismo encargado de supervisar la elección, y muy pronto se dará a conocer el resultado, eligiendo a Pedro Castillo como presidente.

En cierto modo Chile y Perú se parecen en este período, porque Alberto Fujimori ha sido nuestro Pinochet. Cambió la Constitución y luego tuvo que irse en un proceso de democratización pactado que no alteró el modelo económico.

Hemos llegado a un punto en el cual se cuestiona la Constitución, este cuestionamiento ocurre en un momento en que la economía pasa por una serie de problemas, y junto con eso se altera la correlación de fuerzas, surgen nuevos partidos y nuevas figuras y hay fuertes cambios en la opinión pública.

Estamos una ralentización económica desde 2014, a ello se ha sumado el efecto del Lavo Jato, que paralizó grandes obras de construcción, acentuando la tendencia declinante.  Después nos llegó la pandemia de una manera bastante brutal, que ha resentido el aparato económico.

Somos un país mayormente extractivista, aunque tenemos una canasta diversificada de productos de exportación: varios tipos de mineral, exportamos gas, tenemos exportación agrícola y maderera, que hacen del Perú un caso menos dependiente de un solo producto, pero seguimos siendo dependientes de lo que sucede con las materias primas.

Ahora estamos en una situación en la que recién se puede ver la luz del túnel, con la vacunación masiva que está en curso. Por lo tanto, va a haber un rebote, desde el punto bajo en el que estamos, y al mismo tiempo hay muchas expectativas por un nuevo súper ciclo de commodities. El desarrollo de nuevas tecnologías va a producir alta demanda de cobre -principal producto de exportación de Perú- y de otros minerales como hierro y, tal vez, litio. Hay, por tanto, una buena perspectiva de precios internacionales, de algún modo aparecen luces un poco más intensas que indicarían que  el ciclo económico es más positivo de lo que fue hace dos o tres años.

Pienso que lo que se ha llamado segundo extractivismo, que es lo que vive el Perú, es mucho más fuerte que el anterior. Éste implica centros extractivos en una serie de productos, unos nuevos y otros viejos. Ejemplo de un producto viejo es el petróleo -que teníamos poco- pero lo producíamos, y nuevo sería la explotación de gas. Esto sucede también en productos agricolas, como el azúcar, que tiene una trayectoria sostenida en el tiempo. Un nuevo producto sería la uva, que hace que empresas chilenas estén entrando al Perú, ya que aquí hay ventajas climáticas.

Pero también hay exportación de otro tipo de productos. Perú es el segundo productor mundial de cocaína y pasta base. Antes solo se producía coca y pasta base, pero hoy la exportación de cocaína alcanza alto nivel. La minería ilegal es un gran problema, ejemplo claro de eso es la zona de Madre de Dios que limita con Brasil y Bolivia.

En fin, es una situación bastante compleja, que nos hace pensar en un efecto muy diferenciado en los distintos centros extractivos, los cuales tienen un efecto enorme en la reorganización de la economía en torno a esas bases primarias exportadoras.

¿Cuál es la actuación del gran empresariado peruano ante la coyuntura actual?

Han optado por apoyar a los partidos de derecha y oponerse a abiertamente a los partidos de izquierda. En cierta forma contribuyeron a la polarización desde la primera vuelta, dieron apoyo financiero y tuvieron interés en los partidos de centro. El centro se ha ido achicando desde el inicio de la contienda electoral, y de esa manera hemos llegado a una segunda vuelta muy polarizada.

A partir de la segunda vuelta, me parece que la mayoría de los grandes grupos de poder económico nacionales han optado por apoyar abiertamente la candidatura de Keiko Fujimori, pero también han desarrollado su propia campaña, independientemente de ella, una campaña contra el comunismo, con grandes inversiones publicitarias en todos los medios posibles, televisión, escritos, la internet, letreros luminosos muy caros que se han puesto en Lima para tratar de asustar a la gente, sobre todo de clase media, y buscando alterar la correlación de fuerzas a favor de Fujimori. Lo que casi lograron, pero no lo suficiente para conseguir la una victoria.

Me parece que otros grupos de poder, sobre todo los que son más transnacionalizados, por ejemplo las AFP, que son básicamente un capital internacional, y también las grandes multinacionales, que son muy fuerte en el sector minero, tomaron una actividad más prudente, de un “esperar y ver”. Las empresas chinas por ejemplo, no se han manifestado ni han participado, que se sepa, activamente en la campaña. Hay que tener presente que las empresas chinas son ahora el principal inversionista de la economía peruana. El principal productor de cobre, con tres grandes yacimientos, y en hierro también son importantes. Hay mucho comercio con el país asiático, a lo que se suma la construcción del megapuerto en Chancay, que está a cargo de ellos. Dada la naturaleza de las empresas chinas, que son estatales, han tomado una actitud más prudente.

En los sectores de capital mediano y los sectores emergentes se nota una actitud más neutral, más expectante respecto a Castillo, no se han volcado masivamente hacia Fujimori. Y los sectores pequeños y mediana empresa, por su origen provinciano, popular, que es lo que Castillo ha logrado articular tan efectivamente, tienden a apoyar en buena medida la candidatura del profesor. Los comportamientos han sido diferenciados en los distintos grupos económicos que habitan en el Perú.

Quienes han estado realmente preocupados han sido los grandes grupos del poder económicos, junto  con la derecha militar, la derecha religiosa, la derecha cultural, para poner en esa categoría a Mario Vargas Llosa y compañía, que intentaron formar un bloque. Pero  ese bloque ha fracasado en derrotar a Castillo, y ahora ya se va achicando.

Respecto a Pedro Castillo y su posible gobierno, ¿hacia dónde se orienta su programa económico? ¿Cómo interpreta que Castillo haya anunciado su intención que el presidente del Banco Central del Perú, Julio Velarde, siga en su cargo?

Ante la campaña anticomunista de miedo y de los intentos de apoyar a Keiko, incluso después de la elección, por parte de la derecha y de un sector del gran empresariado peruano, el profesor Castillo parece intentar tratar de contener esa ofensiva moviéndose hacia la centroizquierda, que se expresa en la alianza con  Verónika Mendoza y el grupo que ella representa (Juntos por el Perú), que además tienen la ventaja de ser una izquierda más profesional, más vinculada al mundo académico, de las oenegés, a diferencia de Castillo que es más popular y provinciano.

Verónika Mendoza tenía no solo votos que aportar, sino que tenía buenos técnicos capaces de manejar ministerios y rediseñar el programa económico de Castillo. Aliarse con Mendoza ha moderado su programa, y Castillo empieza a tomar perfiles más claros, comienza a tomar decisiones importantes de quiénes estarían a cargo de la política económica. No le ha costado distanciarse, sin romper, con el jefe de Perú Libre, Vladimir Cerrón.

En ese contexto era muy importante reducir el impacto del sabotaje económico en curso, resultado de la campaña del miedo, que llevó a la fuga de capitales y puso presión sobre el mercado cambiario, elevándose el precio de la moneda nacional. El anuncio hecho por Pedro Francke, que es su principal asesor económico, significó decir: “en el campo monetario no tenemos problemas con la política que ha tomado el señor Julio Velarde. Ha sido una política prudente, ha permitido moderar el alza del dólar, y le ofrecemos continuar”. Eso ha tranquilizado los mercados, dando una ventaja política inmediata de corto plazo, lo que ha generado ciertamente un debate al interior de la izquierda, sobre si no se estaría pasando, no ya hacia el centro, sino a la derecha. Yo pienso que eso no se puede afirmar de esa manera, en la medida que va a depender de la decisión final que tomé, pero por lo menos el equipo que ahora tiene es firme en una serie de campos como en Salud, Justicia, Economía y Finanzas y Minería y Energía.

Entonces, si Velarde quiere continuar por algunos meses -que es el resultado más probable-, no tiene importancia; el rector de la economía en Perú es el Ministerio de Economía y Finanzas. De esa manera ha frenado los problemas económicos generados, ha dado un poco más de espacio y generado tranquilidad, y vamos a ver cómo este clima genera las decisiones finales de cambio de gobierno.

En un probable gobierno de Pedro Castillo, ¿cuáles deberían ser las medidas más urgentes que debe tomar dentro de sus primeros cien días?

Esto es justamente lo que está en discusión en estos días, y ya se empieza a definir. El gobierno tiene que tomar medidas que fortalezcan sus vínculos con las bases sociales que lo han apoyado durante la campaña. Va a priorizar medidas políticas-económicas que permitan apoyar y reactivar las pequeñas y medianas empresas en la ciudad. Perú tiene un sector informal gigante, pero están necesitados de apoyo técnico y crediticio. Proteger también a ciertos sectores del campo que están desprotegidos por el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los EE. UU., y en determinados casos va a utilizar mecanismos de crédito financieros, para inicialmente apoyar y generar una reactivación de estos sectores.

Al mismo tiempo, yo pienso que en el caso de la minería se va a iniciar un proceso de cambios de políticas tributarias vinculadas a la sobreganancias que está generando la minería, y de esa manera captar más recursos para apoyar políticas redistributivas.

En el campo de la pandemia tiene una buena cabeza, una buena conducción. Yo creo que ahí va a haber una inversión pública fuerte, lo que se va a manifestar en programas específicos para crear una mejor Salud pública, lo mismo en Educación, además de asignar mayores recursos de presupuesto para esas dos áreas.

Probablemente va a anunciar un Ministerio de Ciencias y Tecnologías, que es una propuesta muy popular y que cuenta con el apoyo de importantes miembros de la comunidad científica, que es pequeña pero muy activa, y que ven en este gobierno una oportunidad para conectar la ciencia y la tecnología con la educación y el mundo productivo.

Me parece que por ahí van los primeros cien días de Pedro Castillo, que tal vez no vayan a ser cien, sino sesenta.  La oposición de los medios y el Congreso va a ser muy fuerte, pero al menos va a tener la oportunidad de decir: “esto es lo que yo quiero hacer y lo que define la orientación de mi gobierno”. Eso sí, no creo que pueda plantear al comienzo, a menos que solo sea declarativo, el cambio constitucional.

 

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