Irán y el OIEA firmaron a finales de febrero un acuerdo técnico por 90 días, extendido en mayo por un mes, para garantizar una verificación atómica a través de cámaras de vigilancia. La idea era dar un poco más de tiempo a los diplomáticos reunidos en Viena desde principios de abril para salvar el acuerdo internacional de 2015, principalmente para hacer volver a EE.UU. al pacto y levantar las sanciones estadounidenses a cambio de que Teherán cumpla sus obligaciones a nivel nuclear.
Sin embargo, las partes (China, Rusia, Francia, Alemania, Reino Unido y, de forma indirecta, Estados Unidos por un lado, e Irán por el otro) aún no han acordado un mecanismo para garantizar un cumplimiento pleno que permita restablecer el funcionamiento del acuerdo.
En el marco del Tratado de No Proliferación (TNP) Irán ha firmado un “acuerdo de salvaguardias” con el OIEA, que le obliga mantener a la agencia siempre informada sobre sus actividades nucleares.
La OIEA, que es un organismo de la ONU para los temas relacionados con la energía atómica y está conducida por el argentino Rafael Grossi, sostiene que la principal crítica es que Irán no cooperó para esclarecer el origen de huellas fisibles en cuatro lugares no declarados hasta ahora la agencia. La postura de los iraníes es que la OIEA tiene un “enfoque sesgado” que ignora el nivel de cooperación y compromiso que tiene Irán con la cuestión nuclear.
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