El tabaco mata a más de 8 millones de individuos cada año y acorta la vida cerca de una década en los fumadores
El tabaquismo es una causa principal de enfermedad y muerte en todo el mundo. En las personas que fuman, dejar de hacerlo puede revertir gran parte del daño. Muchas utilizan intervenciones conductuales para ayudarles a dejar el vicio y estas pueden variar considerablemente en contenido y efectividad.
El apoyo conductual para dejar de fumar, según se cita en un reciente documento a cargo de Jamie Hartmann-Boyce, de la Universidad de Oxford, puede aumentar las tasas de abandono a los seis meses o más, sin evidencia de que este apoyo incremente los efectos perjudiciales. Esto es así tanto si se proporciona una farmacoterapia para dejar de fumar como si no, pero el efecto es ligeramente más pronunciado sin farmacoterapia. La evidencia de un efecto beneficioso es más sólida para la prestación de cualquier tipo de orientación y de incentivos económicos garantizados.
Si el tabaco es el principal enemigo de la salud pública, es lógico y deseable que haya mucha y buena ciencia detrás. Y, efectivamente, la hay. Los datos de los estudios sobre el costo en vidas y sufrimiento son abrumadores; basta recordar tres de ellos: el tabaco mata a más de ocho millones de personas cada año, acorta la vida unos 10-11 años de media a quienes fuman toda su vida y, de una u otra forma, acaba matando a la mitad de los fumadores.
También son contundentes los datos sobre los beneficios de abandonar el tabaquismo: dejar de fumar antes de los 35 años evita casi toda la mortalidad anticipada, hacerlo a los 60 años mejora la esperanza de vida en tres buenos años e incluso pasados los 60 sigue reduciendo la mortalidad y el riesgo de cáncer y enfermedades cardiovasculares.
Está claro que lo mejor que pueden hacer por su salud los 1300 millones de personas que fuman actualmente, la mayoría en países de ingresos medios y bajos, es dejar de hacerlo. Pero, ¿qué evidencias científicas hay sobre toda la panoplia de métodos para abandonar este hábito?
Hay infinidad de estudios sobre la efectividad de fármacos, parches y chicles de nicotina, cigarrillos electrónicos con o sin nicotina y otros métodos que ofrecen resultados más bien discretos cuando se mide la tasa de éxito a partir de los seis meses. Vencer el deseo de fumar asociado a la adicción que crea la nicotina es el objetivo de estos métodos, y lo que se sabe es que hay fármacos que ayudan y que los cigarrillos electrónicos probablemente ayudan a dejar de fumar más que los parches y los chicles de nicotina. Sin embargo, para lograr dejar de fumar hay un factor adicional determinante que está relacionado con la voluntad y la motivación.
Un cigarrillo ficticio
Muchas personas que fuman quieren dejar de hacerlo, pero les resulta difícil conseguirlo a largo plazo. Una de las estrategias más eficaces y utilizadas para lograrlo es combatir el deseo de fumar asociado a la adicción con parches y chicles de nicotina. Ahora, una revisión actualizada, con los estudios más recientes que han comparado los cigarrillos electrónicos con otros métodos para dejar de fumar, concluye que durante los primeros seis meses los cigarrillos electrónicos son probablemente una ayuda más eficaz que los chicles y parches de nicotina. Aunque el grado de certeza de estos resultados es moderado, los investigadores señalan que faltan pruebas sobre los posibles daños del uso de cigarrillos electrónicos a largo plazo.
Los cigarrillos electrónicos existen desde hace años, pero recientemente su popularidad ha aumentado y han comenzado a parecerse menos a los cigarrillos convencionales. A diferencia de los chicles y parches, imitan la experiencia de fumar un cigarrillo (lo que se conoce como vapear), porque se llevan en la mano y generan un vapor parecido al humo. Esto ayuda a recrear sensaciones similares a las de fumar sin exponer a los usuarios o a otras personas al humo de los cigarrillos convencionales, y puede además utilizarse para aportar nicotina a las personas que vapean.
Un equipo de investigadores ha actualizado una revisión que compara los efectos de los cigarrillos electrónicos con los parches y chicles de nicotina, con cigarrillos electrónicos falsos sin nicotina y con ningún tratamiento. Esta revisión actualizada incluye ahora 50 estudios (con un total de 12.430 personas), 35 más que la anterior versión de 2016. Aunque 24 de ellos son estudios no controlados, sus resultados apoyan los datos de los ensayos controlados aleatorizados. Los investigadores identificaron tres estudios, con un total de 1498 personas, que compararon los cigarrillos electrónicos que contienen nicotina con la terapia de reemplazo de nicotina administrada en forma de parches o chicles. Los resultados mostraron que más personas dejaban de fumar si utilizaban cigarrillos electrónicos con nicotina que otras formas de reemplazo.
Si seis de cada 100 personas dejan de fumar utilizando la terapia de sustitución de la nicotina, 10 de cada 100 personas dejarán de fumar utilizando cigarrillos electrónicos con nicotina. Esto significa que 4 de cada 100 personas adicionales podrían dejar de fumar con cigarrillos electrónicos con nicotina. Se observaron resultados similares en otros tres estudios (con 802 personas), que compararon los cigarrillos electrónicos que contenían nicotina con los que no la contenían.
Las pruebas de cuatro estudios (con 2312 personas) mostraron que si 4 de cada 100 personas dejan de fumar con terapia conductual o sin ningún apoyo, otras 6 personas adicionales de cada 100 podrían dejar de fumar utilizando cigarrillos electrónicos con nicotina.
Los autores de la revisión no detectaron pruebas claras de daños graves causados por los cigarrillos electrónicos de nicotina. Sin embargo, las pruebas sobre los daños graves son inciertas, ya que el número total de estudios fue pequeño y los problemas de salud graves fueron muy poco frecuentes, tanto en los usuarios como en los no usuarios de los cigarrillos electrónicos de nicotina. No hubo información sobre los efectos del uso a largo plazo (más de dos años) de los cigarrillos electrónicos que contienen nicotina.
Los estudios mostraron que la irritación de la garganta y la boca, el dolor de cabeza, la tos y las náuseas son los efectos secundarios que se comunican con mayor frecuencia a corto y medio plazo (hasta dos años). Los estudios evaluaron los daños potenciales de los cigarrillos electrónicos cuando se utilizan para ayudar a las personas que fuman a dejar de fumar, pero no evaluaron otros daños potenciales como si los cigarrillos electrónicos fomentan el uso de la nicotina entre las personas que no fuman.
A la búsqueda de una psicología de no fumar
Para reforzar la decisión de dejar de fumar se han ensayado infinidad de intervenciones de apoyo conductual (desde la orientación y el ejercicio hasta la hipnosis), quién la administra, qué mensajes de ayuda se dan, por qué canal, con qué frecuencia, durante cuánto tiempo, etcétera. Las posibilidades son muchas y hay centenares de ensayos clínicos sobre intervenciones no farmacológicas que ha habido que resumir en decenas de revisiones sistemáticas. Para destilar todo este conocimiento, se ha hecho recientemente una revisión de revisiones (revisión global), y sus resultados permiten sacar ya algunas conclusiones. La primera es que el asesoramiento conductual es una ayuda eficaz para dejar de fumar y que la estrategia que mejor refuerza la voluntad es ofrecer una compensación económica a quien se mantiene firme sin fumar. Eso sí, este refuerzo solo funciona si la retribución es a corto plazo y está garantizada.
El conjunto de la investigación también va poniendo en claro que la combinación de estrategias (por ejemplo, cigarrillo electrónico, asesoramiento y retribución económica) funciona mejor que una intervención aislada. Queda todavía mucha investigación por hacer, principalmente para aclarar la eficacia del asesoramiento para dejar de fumar a través de medios electrónicos, por ejemplo, mediante SMS, aplicaciones de teléfonos móviles o videos en tiempo real, además de seguir investigando si, como parece, es más eficaz insistir en los “cómo” que en los “porqué”.
Pero, lo que ya está fuera de toda duda es que retribuir a quien deja de fumar es efectivo, pues el grado de certeza de esta evidencia es alto y no hace falta, por tanto, seguir estudiándolo. Quizá tampoco hagan falta muchos estudios sobre la rentabilidad de la intervención, pues el 5,7% del gasto sanitario mundial es atribuible al tabaquismo. Y, si se suman los gastos sanitarios y las pérdidas de productividad, el costo total del tabaquismo equivale al 1,8% del Producto Interno Bruto anual del mundo entero.
Vía Infobae.com