jueves, junio 1, 2023

La abstinencia de los viajeros

“¿Cuándo podré viajar de nuevo con normalidad?” Querido dromómano, si este interrogante se te presenta al menos una vez al día: tranquilo, no estás solo en esto

Antes de nada, conviene, como ya hicimos años atrás, definir “dromomanía»: inclinación excesiva u obsesión patológica por trasladarse de un lugar a otro. Si estás leyendo esto es porque, una vez más, te sientes más que identificado con este término, así como también te estarás planteando cómo frenar esa intensa adicción a los viajes.

¿Recuerdas cuando eras capaz de coger dos trenes y un vuelo en la misma semana? ¿Qué hay de aquellos tiempos en los que amanecer en tres destinos diferentes en el mismo mes era posible?

Nosotros también echamos de menos los desayunos de hotel y, por supuesto, sus camas mullidas; chequear vuelos a sabiendas de que las fronteras no serán un problema; deleitarnos con nuevos paisajes; sentirnos lejos, muy lejos de casa…

Mientras que para algunos “viajar” era sinónimo de “trabajo”, para otros era una forma de escapar de la rutina, un estilo de vida o, incluso, un popurrí de todo ello. Pero, sea como sea, si hay algo en lo que estaremos todos de acuerdo es en que su acepción prepandémica nos provoca, sin excepción alguna, morriña a raudales.

“Viajar es una de las mayores fuentes de relajación y oxigenación que tenemos hoy en día. Y me refiero a viajar en cualquiera de sus vertientes, ya sea ir a una montaña cerca de tu casa para hacer senderismo, viajar a Japón 15 días o hacer un picnic en tu playa favorita”, afirma el psicólogo Jaime Burque, del gabinete Hodgson & Burque.

“El coronavirus no sólo nos está generando emociones negativas cómo ansiedad, frustración, miedo o inseguridad. También nos está quitando fuentes de emociones positivas como relajación, ilusión o alegría. Y viajar es una de ellas”, apunta.

En mi caso, hacer la maleta y poner rumbo a otra ciudad, era pura terapia. Y para María Fernández, redactora jefe de Traveler.es, parece que también:

“Coger la maleta, salir y respirar, ayuda a ponerlo todo en perspectiva. A mí me ayudaba a equilibrar, a desahogar y, sobre todo, a pasar tiempo de calidad conmigo misma. Y conocer, abrir la mente, aprender, llenarte de estímulos… Viajar te hace tolerante. Diría que más inteligente (al menos en el plano emocional), incluso”, confiesa.

“Viajar es TODO”, secunda David Moralejo, director de Condé Nast Traveler España. “Hace no mucho escribí que lo mejor del viaje es la emoción, planear una nueva muesca en el mapa o lo contrario, no planearla e improvisar. Es buscar paraísos cercanos, sentir el nudo en el estómago cuando llegas a la otra punta del planeta… Es vivir la vida con la intensidad e inmensidad que merece”, prosigue.

María Fernández también nos habla acerca de la emoción que implica descubrir un nuevo destino: “Echo de menos el factor sopresa, el que un lugar te pegue un bofetón en la cara, como me ocurrió en Albania, que cada día me enseñaba una lección historia, de tolerancia. O como aquel road trip de casi un mes por la Costa Oeste, parando en pueblos donde no pasa nada, donde no hay nada”.

Por su parte, Diego Martínez y Yago Castromil, fotógrafos y colaboradores habituales de Condé Nast Traveler España, opinan que viajar es una forma de “reoxigenar la creatividad” y «una fuente constante de inspiración”, respectivamente.

“No hay nada como sentirte por primera vez en un sitio, descubrir algo a cada paso. Me apasiona el tener que contar lo que estoy viviendo a través de mis imágenes, conocer gente y culturas nuevas”, comenta Diego Martínez.

En definitiva, y en palabras de Yago Castromil, añoramos: “Hacer de un sitio desconocido nuestro hogar durante un tiempo”.

Actualmente, siendo conscientes de cuál es la más que justificada razón por la que ahora mismo se han parado las rotativas, nos hemos centrado en domar esas irrefrenables ansias viajeras. El turismo somos todos, y primero debemos cuidarnos.

“Me he adaptado a la nueva normalidad sin ningún tipo de drama porque mi familia está sana. Y eso lo es todo. ¿Que no puedo viajar durante una temporada? ¿Pero acaso conocer tu ciudad no es viajar? Creo que pensar en el viaje como irte a Indonesia a hacer un island hopping es un grave error. Más ahora, que el medio ambiente, la naturaleza, la Tierra, nos está diciendo a gritos que paremos”, comenta María Fernández. Y qué razón.

Eso sí, entonando el mea culpa, confieso que llevo meses alimentando a mi alma con recuerdos de travesías pasadas, publicando #latergrams de cuando paseaba por Budapest, Praga o Viena; cuando saboreaba Fez; cuando respiraba el aroma salado de Azores; cuando descubrí Milán en 48 horas; o cuando hice mi primer road trip por La Palma.

¿Cuándo volveré a recuperar mi estilo de vida? No sé si me acongoja más la incertidumbre que me provoca no tener respuesta o el cargo de conciencia que me invade cada vez que formulo esta pregunta.

“He visto muchos pacientes muy tocados por este tema y en este sentido hay que quitarse cualquier resquicio de culpa, porque ya que estamos desgastados y sin fuentes de relajación, vamos a intentar ahorrarnos una emoción tan destructiva como inútil”.

“Yo creo que ahora ya podemos empezar a hablar desde un optimismo realista que nos permite mirar hacia adelante de otra manera. Hace seis meses vivíamos en una especie de falso optimismo que, al no estar basado en ninguna realidad, nos llegó a hacer daño. Las vacunas avanzan imparables y eso nos permite ver el futuro con más oxígeno”, apunta el psicólogo.

Durante la cuarentena, a veces me parecía que la ciudad se había convertido en un escenario digno de una película de ciencia ficción como El show de Truman.

A día de hoy, en ocasiones pienso que si estiro la mano por la ventana, podré tocar el lienzo que alguien ha colocado ahí a modo de cielo. Sin embargo, todo es tan real (y tan surrealista) como un cuadro de Magritte.

Creo que ser compasivos con nuestras emociones, por muy ridículas que puedan parecer, es un primer paso para poder gestionar adecuadamente el contexto en el que nos encontramos. Pero, quién mejor que Jaime Burque para hablarnos sobre ello: “Aceptemos todo lo que podamos nuestra situación, nuestras sensaciones y miremos hacia adelante con ilusión. Seguro que pronto viajaremos y lo disfrutaremos como nunca”.

Reconciliarme con mi ciudad (cuando me envalentono, en bicicleta o en patines) ha sido la mejor vía para hacer frente a ese “efecto burbuja”. Los paseos son sanadores, pero cierto es que si puedo disfrutar de Madrid a golpe de tenedor y cuchillo, mucho mejor. Permítanme gritar: BENDITA HOSTELERÍA (y benditos pinchos de tortilla).

“Por supuesto, viajar nos activa fortalezas psicológicas como la apreciación de la belleza, la curiosidad, la creatividad, el sentido de la vida o la pasión por aprender. Por eso, ayuda muchísimo crear hábitos positivos que estén en nuestras manos y que nos despierten también estas fortalezas”, explica Jaime Burque.

“Desde pintar al óleo a tocar algún instrumento musical, pasando por leer nuestras novelas favoritas o aprender sobre la historia de un país”, prosigue.

En cuanto a las aficiones de nuestros expertos viajeros, María Fernández revela que volvió a la cocina: “Recordé lo mucho que me relaja cortar ese puerro, saltear esas setas e ir a la compra. AMO ir a la compra y que en el mercadito de Corredera Baja, en Malasaña, me seleccionen los pak choi y me digan que no, que las alcachofas no están de temporada aunque las quiera frescas”, comenta.

Yago también ha apostado por las recetas: “He potenciado algunos hobbies como la cocina. A su vez, Sara y yo estamos fotografiando sus arreglos florales en casa».

Por otro lado, la situación se torna aún más complicada para todos aquellos que se mudaron de país sin saber que podrían pasar años sin ver a su familia. ¿Qué consejo le daría Jaime Burque a todos los que sufren esa situación?

“Ayuda mucho crear hábitos de contacto y apoyarnos los unos a los otros. De nuevo, y ahora sí, aparece una fortaleza psicológica que nos puede ayudar mucho, la esperanza y el optimismo, el mirar hacia adelante con ilusión y positividad. Seguro que pronto nos encontraremos con nuestros seres queridos, viajando juntos o viajando para encontrarnos”, concluye el psicólogo.

Así que, siguiendo los consejos del psicólogo coruñés y poniendo la mirada en el horizonte, querido viajero, te planteo la siguiente pregunta: ¿Dónde pondrás rumbo cuando se pueda? “Tengo tantos destinos en la cabeza que ni sé por dónde empezar”, confiesa David Moralejo.

Sin embargo, María Fernández lo tiene muy claro: “Lo comentábamos el otro día mi novio y yo: queremos retomar el viaje que cancelamos por la pandemia, un road trip por los Grandes Lagos canadienses. Pero como sabemos que eso nos puede llevar meses, tenemos varios planes b tan exóticos como volver a investigar la provincia de Teruel, que nos apasionó; el Alentejo interior, que no nos cansaremos de volver… Pero, sobre todo, queremos volver a Galicia, a nuestra Galicia, a respirar, a ver a la familia, a comer rico, a alucinar y a sorprenderse. Porque Galicia siempre sorprende”.

“Tenemos varios planes preparados pero, paradójicamente, ahora mismo me siento muy atraído a visitar ciudades como Ciudad de México, Singapur, Phnom Penh o Tokio. ¡Necesito ver gente y mezclarme!”, apunta Yago Castromil.

Hasta entonces, siempre nos quedará la lectura… O, al menos, en eso están más que de acuerdo nuestros expertos en viajes: “Leer, compartir momentos con la gente cercana (aun a distancia, claro) y planear con optimismo”, son los tips que nos da David Moralejo.

“Viajar no lo es todo siempre; permite viajar a tu mente cultivándola con libros, cultura, conversaciones… Ya tendremos tiempo de comprar el billete de avión”, comenta María Fernández.

“El mejor consejo creo que es no obsesionarse, todo llegará y volveremos a disfrutar del mundo. Mientras tanto, disfruta de los tuyos (con la mayor seguridad y responsabilidad), viaja con libros, películas, revistas y alimenta tu imaginación, el gran viaje está ahí, dentro de ti mismo”, apunta Diego Martínez.

“Suena muy cursi y típico, pero leer es una de las mejores formas de viajar. También el cine o los libros de fotografía. No creo que las ganas de viajar deban saciarse, pero sí creo que es un buen momento para reflexionar sobre nuestra forma de viajar y de relacionarnos con el mundo”, concluye Yago Castromil.

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